Muir Song · John Muir

 

“The sun shines not on us but in us. The rivers flow not past, but through us. Thrilling, tingling, vibrating every fiber and cell of the substance of our bodies, making them glide and sing. The trees wave and the flowers bloom in our bodies as well as our souls, and every bird song, wind song, and tremendous storm song of the rocks in the heart of the mountains is our song, our very own, and sings our love.” (John Muir) 

 

 

“En cada paseo por la naturaleza, el hombre recibe mucho más de lo que busca”

 

John Muir (Escocia 1938 – Los Ángeles 1914)  fue un prolífico naturalista que escribió más de 300 artículos y 10 libros, donde narró sus viajes y exploraciones, y expuso y defendió su filosofía sobre la naturaleza, la vida salvaje y la preservación de los grandes espacios. Fue, además, el fundador del «Sierra Club» el primer grupo conservacionista de la Historia en 1892.

(Más sobre John Muir en texto AQUÍ, y en vídeo AQUÍ)

 

Lecciones sobre creatividad· Julie Burstein

«Hay que aceptar la pérdida, la experiencia humana más antigua y constante. Para crear, tenemos que pararnos en ese espacio entre lo que vemos en el mundo y lo que anhelamos, mirando de frente al rechazo, a la angustia, la guerra y la muerte. Es un espacio difícil de soportar. El educador Parker Palmer lo llama “la brecha trágica”; trágica no por lo triste sino por lo inevitable, y a mi amigo Dick Nodel le gusta decir: “Se puede mantener esa tensión como en una cuerda de violín y hacer algo hermoso”

Podéis encontrar más información sobre Julie Burstein en su web.

Viajar · Ignasi Giró

Alegato en contra de tus vacaciones por Tailandia (publicado en Yorokobu) es un fantástico artículo de Ignasi Giró, al que si no seguís aún, ya estáis tardando. Lo bueno de Internet es que podéis poneros al día con sus escritos aquí. Pero eso después. Ahora, leed.
wanderlust
Esta pasando. Ahora. Aquí. Entro en Facebook –o Instagram– y mi «feed» se desborda con fotografías de lugares exóticos. Es algo relativamente nuevo, porque, seamos honestos: salvo algunos potentados, de esos que decía mi abuela que llevan «varias generaciones sin pasar hambre», pocos tendríamos pelas para irnos a Tailandia si no fuera por el boom de las low cost y todas las cosas –malas– que han traído consigo.

Y he aquí mi teoría, agresiva, rompedora, sobre esto de la revolución del viaje barato y las mandangas que conlleva: proclamo, a pulmón abierto, que el mundo iría mucho mejor si mañana mismo volvieran a multiplicarse por diez los precios de los vuelos transatlánticos. Salvo alguna dignísima excepción, lo de viajar al otro lado del mundo se ha convertido en un pasatiempo consumista y exhibicionista inaceptable. No se puede aguantar mas.

Me explico, no se me enfaden aún. De entrada, es inadmisible que cualquier mindundi de medio pelo se siente en una gigantesca cañería, se plante a mil metros de altura, a mil kilómetros por hora, y se quede tan pancho. El mero hecho de poder surcar los aires y transportarse de un punto a otro del planeta debería ser considerado como lo que es: un inmenso hito de la especie humana, celebrado a cada instante. Yo prohibiría volar desde ya mismo a mediocres insensatos que se pasan un despegue jugando al candy crush.

Los flipadillos que van de muy viajados y que intentan ir al baño cuando el avión justo acaba de realizar el incomparable despegue, fuera también, sin dilación. No los queremos. No merecen formar parte del «casi-milagro» que implica levantarlos del suelo y llevarlos con nosotros. Ni que sea como muestra de respeto por los padres de la aviación moderna —la mitad de los cuales se estamparon en lagos, mares y montañas persiguiendo su sueño.

Pero sigamos, que ahora empieza lo bueno. Defiendo a capa y espada que la sociedad se ha intoxicado de viajes. Que cada vez hay menos viajeros y más domingueros que suben y bajan de aviones como quien pilla el metro. Luego posan pies y manos donde sea que les haya tocado este verano, consumen el máximo de cosas y/o experiencias disponibles, y se vuelven a casa con un bonito nombre para cuando se les lance la tragicómica pregunta del «¿y tú, que has hecho estas vacaciones?». ¿Que qué ha hecho? ¡Pues nada de bueno! Eso sí, se ha ido al culo del planeta para no hacerlo.

Señoras, señores, es un drama. El bellísimo verbo «hacer» ha quedado conquistado por un ávido consumo de experiencias y kilómetros que poco o nada aportan de valor al mundo. Porque en la mayoría de los casos, nuestros viajeros instagrameros jamás ejercitan actividades de cierto calado humano. Hablo de cosas como pararte en silencio, sentarte, aburrirte, enfrentarte al vacío de ser tú mismo, idear, concebir, volver a enfrentarte al vacío, volver a aburrirte, soñar, dudar, resolver problemas, dibujar, escribir, cantar, meditar, tocar la guitarra, aprender un nuevo oficio, pintar, hablar… La mayoría de las actividades que aportan –o pueden aportar– valor al mundo no suelen estar incluidas en los packs de «viaje-experiencia-total» que adquirimos online a precio de saldo. «¿Hemos venido de medio mundo hasta aquí para encerrarnos en el hotel a leer? ¡Ya haremos eso en casa! Vámonos a hacer trecking donde sea».

Si uno lo piensa con cierta perspectiva, acaba concluyendo que todo el tinglado podría ser una nueva herramienta de control social implacable. Solo que, si bien antes se nos controlaba a través de las carencias, ahora se nos enjaula a base de saturación de vivencias. Algo así como un «matrix» que está conformado, en lugar de por software, por touroperadores y aeropuertos. Un plan infalible.

En muchos casos, el sinsentido es extremo. Visualicemos los típicos aprendices de exploradores que comentan que es superenriquecedor viajar por la India, descubrir gentes y conocer sus vidas. No digo yo que no. Eso sí, recordemos que el mismo ser humano que se va a Calcuta a conocer nuevas culturas, podría llevar dos años bajando a comprar el pan en la tienda de un «paqui» que ni siquiera sabe cómo se llama. O vivir –sin saberlo– puerta con puerta con un sirio nostálgico al cual ya le han matado decenas de familiares en la dramática guerra que está asolando su tierra.

Pero claro, una charla bajando la basura no es igual de sexy –al menos a nivel social media– que un fotón con soles orientales y mercado de pollos y arroces a la derecha. Yo os reto, nos reto, si realmente estamos interesados en conocer culturas lejanas, a pasearnos por El Raval –o Lavapiés o Menilmontant– abriendo bien las orejas y hablando con quienes no hemos hablado nunca. Igual resulta que no hacía falta quemar nosecuántas toneladas de fuel volando al otro lado del mundo para conocer preciosas historias y formas de vida enormemente distantes de las nuestras.

El drama es tal que ya no solo quedan afectados los viajes transatlánticos. Uno se viene a la playa o a la montaña, a pocos kilómetros de casa, a buscar un poco de calma, sosiego o vacío, y a las pocas horas de llegar le empiezan a bombardear con experiencias –de más o menos riesgo o sudor– para hacer por la zona. Que si visitar cuevas, que si subir a teleféricos, que si bañarse en cascadas, que si andar desniveles infernales, que si saltar desde lo alto de puentes atados a cuerdas elásticas. Pero, vamos a ver, ¿nos hemos vuelto completamente gilipollas? ¿Tan empobrecidos estamos de emociones y vida que necesitamos tamaños chutes adrenalínicos para sentirnos vivos unas pocas semanas al año?

De nuevo: consumo en vena. Esta vez de emociones crudas. Pero consumo, como el de los turistas abarrotando Passeig de Gracia. Sospecho que si nuestras vidas fueran un poquito más completas, más armoniosas, quizás no pasaríamos los veranos mendigando emociones para hacer más llevadero el resto del año. ¡Déjate de cuevas y de puentings, conyo! Como decía Bécquer –sí, estoy citando a Bécquer–, asómate al fondo de un alma humana. Pocas emociones te parecerán más brutales que la de contemplarla con total transparencia y sentirla desde lo más hondo de su abismo. O simplemente mírate a ti mismo al espejo, durante horas, en silencio. Fliparás en colores. Sin necesidad de atarte a ninguna cuerda.

Bueno, voy acabando, que el desahogo se me está yendo de las manos. Si te ha indignado cuanto he escrito, no pasa nada, de verdad. Mis disculpas te mando por adelantado. Sigue feliz con tus viajes allende los mares sintiéndote requetevivo. Solo te pido que la próxima vez que te digan eso de que «vamos a despegar en unos breves instantes», tomes plena  conciencia de algo: si tú, hoy, tienes la posibilidad de sentarte en este invento maravilloso llamado avión, lo es en gran parte porque otros seres humanos pasaron largas horas de sus vidas tratando de solucionar problemas que entonces parecían insalvables, soñando cosas como la que hoy te lleva a ti a Tailandia. Y lo hicieron en sus casas, en universidades, en despachos, en laboratorios, en cafés, en noches de insomnio… No consta que lo hicieran viajando por la Patagonia. O sacando fotos en un Safari. O descubriendo comidas exóticas en Tailandia.

Por supuesto, viajar, explorar, perderse, deambular, ya sea por parajes emocionales, ya sea por los caminos del mundo, puede ser una de las más maravillosas experiencias de enriquecimiento personal que experimente un ser humano. Pero, seamos honestos: lo que vemos en Instagram o en Facebook, mayoritariamente, no se parece en nada a esto.

Sea como sea, ¡buen viaje, amigas y amigos!

Y sí, como sé que os ha gustado, podéis seguir a Ignasi Giró en su web,  Facebook, Twitter, Instagram, Linkedin

Je demande · Risto Mejide

A la vida hay que exigirle mucho. A la vida hay que exigirle bien. Porque no te preocupes que ella ya se ocupará de exigirte a ti cuando menos te lo esperes y por la razón más insospechada. Un día sales de casa y búm. Un día vuelves de un chequeo rutinario y zas. Un día coges el coche y pam. Es siempre más tarde de lo que te crees. Cualquier día te cambian las reglas de este juego al que llamamos vida, y lo hacen sin que nadie te pida permiso y sin avisar. Así que plantéatelo ahora o atente a las consecuencias. Porque puede que jamás exista un espérate, porque puede que para ti no haya previsto un después.

Por eso, yo exijo. Exijo sentir cosas todos los días. Buenas, malas y regulares. Todas y cada una de ellas. Me da igual. Miedo, asco, rabia, ira, sorpresa, alegría y tristeza. Porque un día sin emociones es un día perdido. Y porque ahí donde la emoción manda, es siempre donde ocurren las cosas, es donde yo exijo estar.

Yo exijo. Exijo no pasar ni un sólo día sin estar enamorado. No hablo de estar acomodado. Ni de dejarme simplemente llevar por la inercia. No. Exijo mariposas todos los días. Y exijo también a alguien a mi lado que las quiera mantener más allá de lo razonable, más allá de lo racional. Alguien que esté dispuesta a dejarse la vida en el intento. Y que quiera casarse cada día conmigo. Y que lo demuestre en cada tempestad. Exijo que se lo curre tanto o más que yo. Y si no, no me vale la pena ni el simple hecho ya no de estar en pareja, sino de respirar. Ah y una cosa más. Exijo que la prudencia se tome vacaciones eternas conmigo. Porque jamás me ha garantizado nada el hecho de ir poco a poco. Ni me ha hecho más feliz. Exijo que deponga sus armas hasta que me asegure que mientras yo sea prudente, nada de lo que me gusta se va a terminar.

Yo exijo. Exijo viajar hasta que el cuerpo aguante. Cada rincón del planeta esconde algo o alguien que tiene algo que enseñarme, cada kilómetro recorrido es otra lección de la que aprender. Soy consciente de que hay casi doscientos países en el mundo, y que yo habré visto siempre muy pocos, con mucha suerte llegaré a conocer la mitad. Y sobre todo, lo más importante, habré estado siempre en menos de los que visité. Un destino es una oportunidad para reencontrarse. Un hogar es donde vacías tus maletas. Y un origen es donde dejas que crezcan los recuerdos. Por eso, por mucho que te alejes, ellos se crecen más.

Yo no exijo un trabajo, exijo dejar de tener las sensación de trabajar. Porque es entonces cuando te estás dedicando a lo que realmente te gusta. Porque es entonces cuando realmente puedes llegar a ser bueno, o como mínimo, a poderlo disfrutar. Cuando el ocio deja de ser la negación del negocio. Cuando los lunes dejan de ser un suplicio, para convertirse en el único día de la semana al que quieres llegar. Lo antes posible, o sea, ya. No concibo ni un sólo día de mi existencia dedicado a algo que no merezca mi tiempo, mi vida, mi sacrificio, mi dedicación profesional.

Pero es que yo exijo también conversaciones. Conocer gente que me aporte algo interesante. Dejar de perder el tiempo con historias tóxicas y desgastadas. Exijo una vida sin capullos, sin mediocres, sin gilipollas, que ya tengo bastante conmigo. Y ponerme a sumar. Siempre sumar. Cada vez me queda menos tiempo para desperdiciar. Así que me he vuelto muy exigente con el tiempo que le dedico a cualquier prójimo. No porque no lo merezcan, o porque yo me crea especial. No tiene nada que ver con eso. Sino con la sensación de unicidad, de que esto que puedo vivir hoy tiene fecha de caducidad. Cada minuto que te dedico, se lo estoy quitando a los demás. Así que me tiene que valer la pena. Algo me tiene que aportar. Dejarse de tonterías e ir al grano. No es una pose. Es una obsesión por aprovechar cada oportunidad.

Y ya puestos a exigir, yo exijo luz de luna. Como Chavela. Pero no sólo para mis noches tristes. Para las alegres, también. Y exijo que el sol vuelva a salir por donde quiera. Porque si sale siempre por el mismo sitio, te juro que pillo la pistola de Saza y me lío a tiros como él.

Yo le exijo todo esto a la vida.

Y lo más importante, como sé que no está en sus planes proporcionármelo, no pienso quedarme de brazos cruzados esperando a que me lo facilite.

Lo pienso ir a buscar.

JE DEMANDE es un artículo de RISTO MEJIDE publicado aquí. Además de en su web, podéis seguirlo en Facebook y Twitter. Suele decir cosas con mucho sentido.

Denali · Ben Moon

Había un científico realmente inteligente que pensaba que la gente podía aprender mucho de los perros. Dijo que cuando alguien que quieres entra por la puerta, incluso si pasa cinco veces al día, deberías volverte loco de alegría. Ben Moon lo aprendió de Denali, y así quiso transmitírnoslo…

Maravillosos casi 8 minutos de amor verdadero…

Credits:  Ben Moon

Denali - Ben Moon

Todos los días amanece · Pepe Mújica

Estamos navegando en un barquito que se llama Tierra. Tiene en sus entrañas el milagro de la vida y da vuelta por el Universo. Tenemos que hacernos responsables de la vida y de la suerte de ese barquito. Es como si estuviéramos navegando en un gigantesco océano del cual tenemos que temer y después nos tenemos que defender. Dentro del barquito tenemos que tener unidad en la tripulación para manejarlo con el mayor oficio. Esto es el destino de la humanidad. ¿Lo podrá hacer? Yo no sé. Esto no es sencillo, porque los gobiernos están ocupados en quién gana en las elecciones que vienen. Los problemas de la humanidad no conmueven a nadie, en todo caso, son la preocupación de algunos hombres de ciencia que nos dicen tal o cual cosa, pero no sacuden el mundo. Y mientras la feria continúa (…).

Creo que nunca ha habido una época tan portentosamente revolucionaria para la humanidad como ésta. Nunca la humanidad tuvo los recursos que tiene hoy. Y esto es bueno que se lo ponga en la cabeza como interrogante la gente joven. No hay lugar para el pesimismo, no hay lugar para la aventura. Hay lugar para el compromiso. A los seres humanos no hay que dividirlos en hombres y en mujeres, en jóvenes y viejos, en raza, en amarillos, en negros. A los seres humanos hay que dividirlos en dos tipos: los que se comprometen y los que no se comprometen (…).

Se puede vivir porque se nació y es una forma vegetativa de vivir, como cualquier animal, como cualquier bicho. Pero se puede vivir porque a la vida se le da un sentido, se le da hasta cierto punto una orientación. No vivimos sólo porque nacemos. Podemos darle una orientación, hasta cierto punto en términos relativos, al esfuerzo de nuestra vida y tenemos que convocar a los jóvenes, a los que están haciendo, a que no hay derecho a tener desesperanza, no hay derecho a ser pelotudo en este mundo. A levantarse a las once de la mañana porque no tengo nada que hacer. A desesperanzarse porque no conseguí esto o no conseguí el otro. Nunca le regalaron nada a la juventud, la juventud se abre paso a codazos en la lucha por la vida (…).

Ese es el pedido que le quiero hacer a la gente joven porque tiene un enorme desafío, pero se lo digo en mi nombre y en el de otros luchadores viejos, de mi vieja y de otros. Mirarse al espejo y sentir la sensación de que uno no traicionó los sueños. Ha seguido luchando y luchando, y está comprometido con la verdad y tener alegría de vivir. A tal punto que si me tocara vivir de vuelta le diría pulpero sírveme otra vuelta porque esta vida es hermosa. Yo no concuerdo con eso de que esto es un valle de lágrimas para ir al paraíso. No te pelo con eso. El paraíso y el infierno están acá. Depende de nosotros (…).

Pelear por un país de gente feliz y pelear por gente que tenga libertad. Que tenga un margen de tiempo libre para hacer con su vida lo que le gusta, sin joder a nadie. Eso es ser feliz. Mirá que es sencillo. Si tenés muchas cosas, ya te viene la envidia. La necesidad de refregarle a otro que sos más poderoso. Y comprarse un vino de cinco mil dólares la botella para que el otro te envidie. Y decir: este vino me costó cinco mil dólares. O te comprás un auto que te cueste un ojo de la cara, pero no importa, caes en toda una aparatosidad de poder porque te dejás llevar por una cultura que significa que te reafirmás más como persona si le demostrás al otro que sos superior. No. No vamos a tener jamás un mundo mejor si nosotros no somos capaces de ir peleando por ser mejores cada uno de nosotros.

Y esta es una lucha que la tenemos adentro y podemos, y vaya que podemos, y debemos pelear con este que tenemos adentro. Pero tenemos que entender esto: nada cae del cielo como regalo de los dioses de un día para otro. Así como un edificio se va construyendo a bloquecito y a ladrillo y cuesta mucho esfuerzo, disciplina y tecnología, la mejora de una sociedad no es sólo un día, no es sólo un empujón, es una larga marcha. Es el colectivo que hay que construir, y para construir el colectivo hay que recordar que nadie es más que nadie y que estamos llenos de defectos (…).

La vida me enseñó, justo lo que dijo Lucía, los únicos derrotados son aquellos que bajan los brazos, que no luchan. En todos los órdenes de la vida, no solo estoy hablando en el campo de la política y la economía, en el campo del amor, en el campo de las relaciones humanas, siempre estás expuesto a sufrir porrazos y derrotas, pero siempre, si tienes el coraje de volver a empezar, te darás cuenta de que todos los días amanece. Y que todos los días se puede arrancar de nuevo.

(Fragmento del discurso del ex presidente de Uruguay, Pepe Mújica, en el auditorio de Hostafrancs, en Barcelona, recogido íntegramente por Raíces al aire en Blog Raices al aire)

The lie we live

La vida no es una película. El guión no está escrito.

Nosotros somos los escritores.

Ésta es tú historia. Su historia. Nuestra historia.

The lie we live.

«Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años» (A.L)

Respira

De la importancia de respirar para controlar nuestras emociones…

«Se cuenta que un niño estaba siempre malhumorado y cada día se peleaba en el colegio con sus compañeros. Cuando se enfadaba, se abandonaba a la ira y decía y hacía cosas que herían a los demás niños. Consciente de la situación, un día su padre le dio una bolsa de clavos y le propuso que,cada vez que discutiera o se peleara con algún compañero,clavase un clavo en la puerta de su habitación. El primer día clavó treinta y tres. Terminó agotado, y poco a poco fue descubriendo que le era más fácil controlar su ira que clavar clavos en aquella puerta. Cada vez que iba a enfadarse se acordaba de lo mucho que le costaría clavar otro clavo, y en el transcurso de las semanas siguientes, el número de clavos fue disminuyendo. Finalmente,llegó un día en que no entró en conflicto con ningún compañero. Había logrado apaciguarsu actitud y su conducta. Muy contento porsu hazaña,fue corriendo a decírselo a su padre, quien sabiamente le sugirió que cada día que no se enojase desclavase uno de los clavos de la puerta. Meses más tarde, el niño volvió corriendo a los brazos de su padre para decirle que ya había sacado todos los clavos.Le había costado un gran esfuerzo. El padre lo llevó ante la puerta de la habitación. “Te felicito”,le dijo. “Pero mira los agujeros que han quedado en la puerta» (Del texto «Dominar las emociones», de Irene Orce)

Respirar para controlar las emociones…y respirar para sentirse vivo («Breath«)

Chris Burkard · Fotografía y surf bajo cero

Coger una tabla y una cámara, buscar lugares extremos con condiciones extremas.

Romper las fronteras del surf y la fotografía.

Eso es lo que hace Chris Burkard, y el resultado es es espectacular…

Cuando le preguntan por qué trabaja en condiciones tan duras habla de aventura, asombro y autoconocimiento. Dice que todo lo que merece la pena conseguir, nos va a hacer sufrir más o menos, en algún momento, de alguna u otra manera. Hay ciertos precios, asegura, que merece la pena pagar.

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Chris Burkard

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“Todo el mundo necesita belleza, así como pan, lugares para jugar y para rezar, en donde la naturaleza puede curar y dar fuerza al cuerpo y al alma”, de John Muir, es su cita favorita. Una filosofía de vida sobre la que hablaba (llegándose a emocionar al final) en una charla TED:

Si queréis saber (y ver) algo más sobre Chris Burkard podéis seguirlo a través de su web y también en Facebook, Twitter , Tumblr, Google + y en su espectacular Instagram .

Valientes

Valientes - First V1sion

En la vida hay dos tipos de personas: valientes y cobardes.

Los valientes siempre miran hacia delante. Los cobardes hacia atrás.

Los valientes motivan. Los cobardes reprochan.

Los valientes respetan los sueños. Los cobardes los ridiculizan.

Un cobarde siempre te dirá: no lo hagas, vas a fracasar.

Un valiente te dirá que el fracaso es no intentarlo. 

Fracaso. ¡Vaya palabra! Seguro que la inventó un cobarde.

¿Cuánto tiempo llevas sin contradecir a tu destino? 

¿Cuántas vidas necesitas para entender que sólo tienes una?

(…)

#SeBuscanValientes #BeTheBrave 

«Con nuestra tecnología podrás ver lo que ven tus ídolos en tiempo real durante una retransmisión en directo». Fantástica publi, fantástico claim y fantásticos hashtags de First V1sion, una plataforma para retransmisiones deportivas.